Menos adornos, más autenticidad. Menos distracción, más en la mesa. Crujiente al mediodía, contundente por la noche. Cocinamos lo que nos gusta, servido en la mesa para compartir.

En el vestíbulo, las puertas dobles atraen casi mágicamente a la gran sala a todo aquel que se acerca a un paso de ellas. En el interior, el parquet en espiga cruje con encanto y el paseo del Rin late rítmicamente bajo los pies. Siéntese en la terraza de verano rodeado de lavanda y plantas silvestres y disfrute de las vistas.

Como con los buenos amigos en casa, algunas cosas son para ti, otras las compartes con gusto. Compartimos el placer contigo, contigo. Lo llevamos a la mesa, desde el agua, el bosque y la pradera, con bocados antes y bocados después.


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